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CUANDO NOQUEÉ A MAURO MINA

Publicado: 2023-07-03


Luego de presentar mi novela KACHKANIRAQMI, ARGUEDAS, muchos lectores y periodistas me han hecho preguntas sobre mi vida y milagros que me siento obligado a responder.

Dos son las preguntas que más se me hace. 1) Muchos quieren saber quién fue mi maestro de estilo y el responsable de mi formación literaria 2) Los comentaristas quieren saber qué artes usé de niño para noquear al gran boxeador Mauro Mina.

Respondo en orden:

MI MAESTRO de cuarto y quinto de primaria en Pacasmayo se llamaba Marino, pero sus alumnos le decíamos, sin que él lo supiera, malo, maligno, maloso, malsano, malhechor, malvado, maldito y malandrín, Marino.

“Escribe al amanecer.- me decía- Describe el alba. Es el mejor consejo que puedo darte si de veras quieres ser escritor." Se le había ocurrido que yo sería escritor porque ese era el mejor oficio para niños como yo, distraídos, torpes para jugar el fútbol y con la cabeza colmada de pajaritos volando. Al amanecer, según él decía, es más fácil manejar la memoria: "Llama a cualquier recuerdo, a cualquier persona que no hayas visto, y vendrá hacia ti"

El consejo se transformó en una tarea concreta porque el malvado me ordenó que, durante todo el mes de mayo de mi cuarto año de primaria, me despertara a las 5 de la mañana y y escribiera una página sobre mis evocaciones.

Como por entonces no tenía demasiados recuerdos, ni conocidos en el mundo real, mis amigos de la madrugada fueron Simbad el Marino y Scherezada, Simón Bolívar y Miguel Grau, Roy Rogers y Gene Autry, Don Quijote y Dulcinea, Amadís de Gaula y Urganda la Desconocida, y con ellos escribí breves historias que acontecían siempre al desmayar la noche.

Los errores se pagaban. Marino Cock Rojas, peruano de ancestro asiático, aplicaba castigos que llamábamos torturas chinas entre los cuales se contaban ordenar al alumno arrodillarse en un rincón durante varias horas, soportar el golpe de una gruesa palmeta sobre las manos 20, 30 , 50 veces, según nuestros merecimientos, ir a hacer "planchas" al patio del plantel, o ser estrujado en las orejas hasta que estas se pusieran rojas.

No quiero justificar estos medios por sus resultados, pero claro que los tuvieron. En el Perú de aquella época, se suponía que la clase dirigente debería de formarse en Lima y que, en cualquier otra ciudad, los niños tenían que ir a las escuelas privadas si se esperaba que tuvieran "buenas relaciones". Mi padre, un abogado inteligente y liberal, se burló de esas supersticiones y me matriculó en el centro escolar del estado al cual yo también, vehementemente, deseaba acudir.

Y esa fue una buena idea porque, aunque no lo hayamos logrado, todos hemos querido siempre ser los mejores en todo aquello que pretendíamos hacer. Ha habido entre nosotros personas de casi todas las profesiones: médicos, abogados, generales, empresarios, ingenieros, profesores o sencillos trabajadores que siempre consiguieron ser considerados como los mejores en sus empresas, e incluso dos mellizos que fueron capitanes de un grupo de bandidos que se cuenta entre los más brillantes en la historia del hampa peruana.

¿Y MAURO MINA?

Hace algunos años, un periódico publicó un reportaje completo sobre la vida de Mauro Mina, quien es considerado como el mejor boxeador peruano del siglo XX, y… por supuesto, resultó que su maestro de primaria había sido don Marino en la ciudad de Chincha donde aquél trabajara antes de ir a Pacasmayo.

Entrevistado por el diario, el profesor Malandrín tuvo la bondad de citarme, junto a Mauro, como uno de sus mejores alumnos, y eso me vino de perlas porque alguien hizo correr la especie de que cuando niños, yo le había roto la nariz a Mauro Mina. No voy a aceptar ni desmentir esa culpa. No voy a responder.

Y no responderé. No quiero arruinar la reputación de un gran boxeador. !KNOCKOUT!


Escrito por

EDUARDO GONZALEZ- VIANA

Novelista, periodista y profesor universitario en Estados Unidos, Eduardo González Viaña publica cada semana la columna “Correo de Salem” que aparece en diarios de España y de las Américas. Inmigración, cultura y análisis político son sus tópicos más frecuente


Publicado en

El correo de Salem

Un blog de Eduardo González Viaña