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Sánchez Cerro, el héroe sanguinario

Entre los miembros de la comisión que glorifica a Sánchez Cerro, se encuentra Jorge del Castillo. Muchos apristas se preguntan si, con esto, se está rehaciendo para mal la historia del partido. Otros me dijeron que tal vez ello se debía a que, como aprista reciente, el congresista del Castillo no conoció personalmente a Haya de la Torre.

Por Eduardo González Viaña

Publicado: 2019-08-18


En el calendario de efemérides que nos envía la Comisión del Bicentenario de la Independencia del Perú, se celebra esta semana el nacimiento de Luis Sánchez Cerro, presidente del Perú por golpe de estado en 1930.

Se recuerda también la gesta de su partido llamado Unión Revolucionaria, la primera banda fascista que se fundó aquí. Usaban camisas negras, reverenciaban a la raza aria y eran generalmente mestizos acusadamente morenos.

Dos hazañas bestiales tiñen de sangre ese gobierno. La primera es el fusilamiento de los ocho marineros. Se trataba de jóvenes oficiales y reclutas que, a bordo de dos buques, habían hecho una demostración incruenta de su fe en el evangelio político de Víctor Raúl Haya de la Torre.

Los 8 marineros

Como lo narra el capellán Ernesto Cotte, eran casi adolescentes. La Marina de Guerra se negó a ejecutar la sentencia de muerte emitida por las cortes manipuladas del dictador. Tuvieron que llevar hasta el Frontón, un pelotón de fusileros de la Guardia Republicana.

Por temor a que los fusileros rechazaran ejecutar la sentencia, el dictador envió a su ministro Luis A. Flores, también líder de la UR para que dirigiera personalmente el crimen.

Los muchachos tuvieron que cavar el foso. Después, los fusilaron de cuatro en cuatro para que los últimos vieran la muerte de sus compañeros. El sacerdote tuvo que insistir en verlos previamente porque querían impedirles el acceso a los últimos sacramentos. Sánchez Cerro no se cuidaba en ocultar su ferocidad.

La otra matanza fue mayor. Cuando Trujillo se levantó contra su gobierno nefasto, Sánchez Cerro ordenó que la ciudad fuera bombardeada por la aviación mientras el Ejército y la Marina cumplían sus roles.

En Trujillo habían prendido antes que en cualquier otro lugar las lecciones del APRA, un movimiento destinado a propagar la idea de la unidad latinoamericana y de lograr en el país la nacionalización de tierras e industrias y la liquidación del feudalismo agrario.

Trujillo no se rinde

La semana de la utopía, la historia se detuvo y Trujillo vivió en medio de sueños. En las calles, desapareció el trato de “usted” y todos se llamaban “compañeros”. Los universitarios apostaban a que la suya iba a ser una revolución tan trascendente como la de México o la de Rusia.

El ejército atacó la ciudad por aire, mar y tierra. Todos se aprestaron a vivir los escasos días de la libertad entre las barricadas de una ciudad rebelde. Una sola mujer, “La laredina”, contuvo a un ala del ejército. Los trujillanos ganaron una batalla tremenda en La Floresta.

A la hora de su triunfo, las fuerzas del gobierno fusilaron a unas cinco mil personas, y se inició una persecución feroz que duraría décadas. Y, sin embargo, en la cárcel, en la pobreza o en el exilio, los sobrevinientes guardaron como un tesoro su esperanza.

¿Otra historia, compañero Del Castillo?

Es un dolor muy grande para mí evocar estos sucesos. También lo es saber que entre los miembros de la comisión que glorifica a Sánchez Cerro, se encuentra Jorge del Castillo. Muchos apristas se preguntan si, con esto, se está rehaciendo para mal la historia del partido. Otros me dijeron que tal vez ello se debía a que, como aprista reciente, el congresista del Castillo no conoció personalmente a Haya de la Torre.

Por las redes sociales, el congresista, que acompaña también en su tarea a Edwin Donayre, Carlos Tubino y Juan Sheput, se ha disculpado, aduciendo que “no he participado en ninguna decisión de ese tipo”.

Aceptemos su disculpa. Si olvidó la historia del partido, no puede ser que lo haya hecho para complacer a sus nuevos amigos, Tubino y Donayre. Tal vez es muy distraído. El dolor por los mártires de Chan Chan y los ocho marineros nos evita pensar de otra manera.


Escrito por

EDUARDO GONZALEZ- VIANA

Novelista, periodista y profesor universitario en Estados Unidos, Eduardo González Viaña publica cada semana la columna “Correo de Salem” que aparece en diarios de España y de las Américas. Inmigración, cultura y análisis político son sus tópicos más frecuente


Publicado en

El correo de Salem

Un blog de Eduardo González Viaña