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Keiko: Con la vara que mides

Publicado: 2018-11-06


Por Eduardo González Viaña


Keiko Fujimori ha comenzado a cumplir prisión preventiva en el Penal Anexo de Mujeres de Chorrillos que fuera construido por Alberto Fujimori para recluir ahí a las mujeres acusadas de terrorismo.

La fecha de su ingreso es la misma de la inauguración del penal, y esto en vez de una coincidencia parece el cumplimiento de la sentencia evangélica según la cual: “De la manera que juzgas serás juzgado y con la vara que mides, serás medido” Mateo 7:2.

Es tan dolorosa la cárcel para la señora Fujimori y sus familiares próximos como lo es para cualquiera de las internas.

La diferencia entre ellas estriba en el hecho de que, en este caso, todos hemos sido testigos -minuto a minuto- de la audiencia. Al final, ni los propios abogados del fujimorismo no le han encontrado defecto procesal alguno y se han limitado a recusar la capacidad del juzgador.

Lamentablemente, no fue así con las originales destinatarias de esta cárcel. Su ingreso las más de las veces fue fruto de “procesos” que duraban una hora y en ellos se dictaba cadenas perpetuas. Nadie se preocupó entonces de sus hijos lactantes.

Además, en vez de televisión y prensa libre, allí había secreto, jueces encapuchados, denuncias sin prueba y defensores indefensos, todo lo cual generó la condena de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y el repudio de la humanidad civilizada.

LOS ABOGADOS: Así lo cuenta la abogada defensora de Derechos Humanos, Gloria Cano: “Me parece que fue 1993 cuando visité como abogada a una mujer que era acusada de terrorismo. Las pruebas en su contra: tener amistad con una persona que era seguida por la policía como sospechoso. La intervinieron, le encontraron dos revistas del IDL, y pidieron 20 años de prisión para ella con estas dos pruebas.”

“Ahí conocí a la hermana de uno de los desaparecidos del Santa. Su crimen: haber visto el rostro de uno de los asesinos y decir que podía reconocerlo…”

“Como abogada sólo podía visitarlas por media hora, no podía leer el expediente, sino sólo una hora antes de hacer el alegato.”

LOS HIJOS.-Por su parte, Abel Gilvonio cuanta su experiencia como hijo que visita la prisión:

“Nos hacían bajar el pantalón. Desnudos, metían sus manos para ver si llevábamos algo en el cuerpo, entre las piernas… En estas visitas andábamos con mi hermana, ella entraba a una revisión y yo a la otra puerta… Al salir sabíamos que no éramos los mismos, en algo se había dañado nuestra humanidad

…”Nadie se horrorizaba por lo que ocurriera con nosotros, los hijos. Seguro muchos pensaban que éramos "subversivos en potencia"

TODO ESTO NO ES SOLAMENTE PASADO. Las huestes de Fujimori en el Congreso han prolongado el terror en las cárceles… y fuera de ellas.

Me parece desalmado, por ejemplo,- lo digo una vez más- que, el Congreso haya dado leyes retroactivas contra ellos que prohíben a los presos ya liberados ejercer sus profesiones. Hombres y mujeres que pasaron décadas en las prisiones y perdieron todo lo que tenían están vetados ahora ganarse el sustento o de mantener a los suyos.

Y por fin, es perverso que el mismo Congreso haya dado una ley que permite dinamitar los nichos de esos presos.

Durante el conflicto interno, se identificó la seguridad y el orden con la tortura y la muerte. Se argumentó que la razón de ello era la seguridad y el orden. Todos ansiamos eso, pero no a costa de construir una sociedad perversa.

Es doloroso lo que pasa con los hijos de las señoras Fujimori y Humala, y tal vez ello debe llevarnos a humanizar las cárceles, a edificar una sociedad cristiana y a recordar todo el tiempo que CON LA VARA QUE MIDES, SERÁS MEDIDO.


Escrito por

EDUARDO GONZALEZ- VIANA

Novelista, periodista y profesor universitario en Estados Unidos, Eduardo González Viaña publica cada semana la columna “Correo de Salem” que aparece en diarios de España y de las Américas. Inmigración, cultura y análisis político son sus tópicos más frecuente


Publicado en

El correo de Salem

Un blog de Eduardo González Viaña