Óscar Ugarteche, terco y valiente
Hoy día, me siento orgulloso de ser compatriota y amigo de Óscar Ugarteche. Sin más armas que su valor espiritual y moral, ha logrado que se respete en el Perú el derecho de un hombre a ser libre y a actuar por encima del prejuicio, la ignorancia, el racismo, el sexismo y la desigualdad.
Parece que estuviéramos viviendo con varios siglos de retraso. Gracias a la terquedad brava de Óscar, el Estado reconoce hoy que un ciudadano puede vivir y amar como le plazca. Espero que no sean necesarios otros procesos judiciales para que el Estado acepte la igualdad entre blancos y negros y el voto de las mujeres, o el movimiento de la sangre y la redondez de la tierra.
Óscar Ugarteche lo ha conseguido en el preciso momento en que se arman las bandas de matones virtuosos ( #ConMisHijosNoTeMetas) y en que se escucha con más odio que nunca la voz coprolálica del Cardenal Cipriani.
Le ha costado la burla de los demás, el odio, la amenaza y el autodestierro, pero ha vencido a la Inquisición de nuestro tiempo. A ejemplo de él y siguiendo a Cicerón, tengo deseos de decir hoy que “Mi conciencia tiene para mí más peso que la opinión de todo el mundo.”